Has realizado un trabajo en un banquillo, da igual si es de basket, fútbol, petanca o canicas americanas (que seguro que las hay). Tus resultados han sido la leche un tiempo pero en los últimos meses lo que queda en la retina de tus aficionados es que el equipo es más desastre que la deforestación del amazonas. Ya no importa ni donde iniciaste el proyecto, ni las veces que has hecho disfrutar a los tuyos cada sábado o domingo, ni los jugadores que has sacado ni que los responsables, los que se ponen hasta el culo de canapes durante el partido, salgan indemnes. De los jugadores ni hablamos, esos dentro de unas semanas besarán otro escudo, sudarán otra camiseta mientras visitan los concesionarios de coches de esa nueva ciudad y empiezan a salir por las nuevas discotecas que conocerán.
La puerta de atrás se ha convertido esta temporada en el lugar de encuentro de unos cúantos entrenadores que, más allá de que pudieran haber acabado un ciclo deportivo, iban encaminados a ser un referente para sus clubs. Vivimos en un país donde las segundas oportunidades rara vez las reciben los entrenadores. Lo reflexionaba Josep Segura, entrenador que ha hecho bicampeón a Olympiacos sobre Rijkaard, en el Pimer Toc de RAC1: "Alabamos desde la distancia el 'fenómeno Sir Alex Ferguson' pero cuando tenemos la persona ideal para reproducirlo lo que hacemos es darle un billete y una palmadita en la espalda". Yo le añado a Segura que lo mismo ha sucedido a Valverde en el Espanyol. Como decía Segura el mensaje que das, fuera y dentro, es que los jugadores son los mandamases y que cuando ellos se harten de echar su carrerita por el campo y sacien su hambre de ganar y hagan lo que quieran, pueden estar tranquilos. Quien caerá primero será el entrenador no ellos.
En un escalafón menor coloco los sucesos como el de Ramón Maria Calderé en Sangonera. Se puede echar mano de la excusa con que el poli patatín, que el árbitro patatán o que el público patatarrán. Los que hemos seguido un poco el fútbol catalán sabíamos que el destino del Reus estaba escrito desde el momento que debía jugar en Murcia. Allí conocen bien a Calderé, saben como calentarle y sacarlo de sus casillas (que tampoco necesitan mucho, eh). Y es que el curriculum del ex jugador del Barça tiene más de un episodio al estilo Sangonera y sus salidas fuera de tono en los partidos se produce en las eliminatorias de ascenso, en un partido de liga o en la pachanga menos trascendente que exista. Más allá de si tenía razón o no, los que están en exposición pública deben dar ejemplo, saber comportarse y si pierden los papeles echar mano de la humildad y recular. Es inaceptable esa imagen y cualquier club debería valorar las cualidades de la persona a veces por encima de los conocimientos técnicos (y eso también vale para los jugadores). Es por ello que admiro a entrenadores del fútbol catalán como Miguel Olmo o Natxo González o los que han dado portazo como Ernesto Valverde o Frank Rijkaard (cada uno en lo suyo y en su nivel) y es por ello que el deporte pierde si ellos no están en activo y dando ejemplo en nuestras ligas. Que no se queden en el paro.
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