Pepu tenía razón. A José Luis Sáez le importan un pimiento los entrenadores. Lo ha demostrado con su decisión presidencialista y propia de una persona con ganas de ir más allá de la gestión y coger un papel de protagonista en el panorama mediático. Porque si el rendimiento de Pepu con la selección (oro mundial y plata europea) no ha llegado a la excelencia no sé que esperamos y donde creemos que estaba el listón y está ahora. Sáez quizás quiera que además de rendimiento haya implicación total, que Pepu bese la camiseta como los jugadores de fútbol, se haga un tatuaje de la FEB en el brazo y diga amén a todo. ¿Implicación? ¿Estar con tu equipo y no recorrerte medio mundo para abrazar a tu familia porque acaba de fallecer tu padre no es implicación? ¿Que nadie del equipo lo note y no sólo no afecte sino que demos un repaso histórico a Grecia sin Gasol en la final de un Mundial cuando el techo habitual de la historia eran los cuartos? ¿Nadie recuerda el Angolazo? ¿O el Mundial del 94?...
Lo que jode de una decisión así es que suceda en el basket donde, en líneas generales, la normalidad es bastante más habitual que en otros deportes. Donde un tipo con cara de bonachón salga por la puerta de atrás de una selección donde los jugadores se han callado y han adoptado la postura de 'a mi que no me salpique', donde el balance de la decisión dependerá de un tercero (Aito) y de unos Juegos Olímpicos donde hay mucha bestia para poco metal.
Pues desde este rinconcito y en el adiós de Pepu, yo me saco el sombrero, le felicito públicamente no sólo por ganar y poner el listón un escalafón más arriba sino por hacerme vibrar con un equipo solidario, talentoso y con una fe, una ambición y un hambre contagioso. Le pongo la nota amarga de no errores tácticos en los últimos partidos del Eurobasket (mantener la filosofía de acabar con los que empiezan el partido a pesar de que haya jugadores 'on fire') y algunas convocatorias de jugadores que no me acaban de convencer. Criticas que no ahogan el ruido de mi aplauso.
¿Y ahora Aito? Tengo más de una y de dos reservas al respecto. No porque no crea que sea un gran técnico (os remito a otro post: Quiero ser Ricky Rubio) pero quizás uno de sus handicaps sea el dosificar en exceso estrellas y su virtud la de crear equipos (al menos en la Penya) partiendo desde atrás con la fórmula cantera + semidesconocidos. Tampoco le veo con un tatuaje de la FEB o diciendo amén a todo y eso me da ánimos aunque el listón está donde está. Por cierto, si no va bien la cosa ¿se irá Sáez?
No hay comentarios:
Publicar un comentario