Hoy es Thierry Henry del que dentro de seis meses nadie recordará sus manos para clasificar a Francia para el Mundial, ayer fueron Maradona, Agüero, Hurst (…) y mañana serán otros protagonistas. Habrá nuevos nombres aunque la historia se repetirá. Y los habrá porque el deporte más mundializado fomenta el hacer trampas. Así de claro.
Las manos de Henry pueden ser entendidas como un acto reflejo (o no). Yo no me lo trago pero lo que son inexcusables, inaceptables y decepcionantes para ‘Monsieur Henry’ es que diga encima que “fueron manos pero yo no soy el árbitro”. Su seleccionador remata la faena diciendo que “no me siento obligado a disculparme”. Pues que menos señores. Es en plan ’si, esa cartera es de esa Señora pero como no ha venido la policía….o ’si, claro que he metido la mano en la caja pero como nadie me ha dicho nada’… Así vamos. Si, siempre ha habido trampas y los piscinazos, una constante semana a semana, el pedir la cartulina para un compañero, el simular por simular y el provocar están a la orden del día pero no por ello no son denunciables.
A los que no les mola el romanticismo por antiguo, clasicón que piensen realmente lo que es justo. El problema no es que las normas tengan más de cien años sino que los que las regulan tengan esa mentalidad. Prefieran los canapés y el cargo que innovar y meter mano a una situación que se puede y debe arreglar. Hoy por Irlanda pero mañana por el fútbol
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