El 2-0 ante Honduras es el mejor resultado para todos. Sí, se pudo golear pero hasta el penalti de Villa está bien fallado. Sí, porque si les llegamos a meter siete a Honduras (como se mereció) la euforia se hubiera instalado de nuevo en el entorno, la fe hubiera vuelto a los incrédulos y la alfombra de nuestro paseo se habría instalado virtualmente antes del crucial choque ante Chile.
El 2-0 evita la alfombra, la euforia y la fe inútil porque mantiene la tensión, se habla más de las ocasiones falladas que del juego en sí y las dudas siguen planeando pero con un triunfo vital para poder pasar de fase. El viernes, ante Chile el equipo verá que esto no es nada fácil a pesar de lo chollo que parecía el grupo a priori y si, como deseamos, se pasa ante el equipo de Bielsa (ojo que habrá que roerlo) se llegará de la mejor forma para el cruce ante octavos. Nadie dijo que sería fácil y, si como algunos pensaban, goleamos en los tres partidos quizás en el primer cruce nos hubiera pasado por encima un tren sin saberlo.
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